Tras una crisis familiar, con 21 años entré a trabajar en un banco donde, a pesar de prosperar rápido, sufrí bullying. Terminé saliendo de allí con 26 y monté mi propia empresa.

Se trataba de una empresa de bebidas espirituosas. Yo me encargaba de ir de puerta en puerta para vender mi marca, moverme entre ferias y gestionar todo lo que tuviera que ver con el negocio.

Finalmente, acabé por cerrarla con una deuda de 100.000 € en el banco y con la autoestima por los suelos. 

Eso me llevó a encerrarme y buscar soluciones, pero no precisamente en mi interior. 

Me metí de lleno a aprender marketing digital y monté un ecommerce de complementos de mujer que tampoco terminó de cuajar, pero con la que aprendí lo suficiente como para enseñar a otras mujeres a utilizar estas herramientas. 

De ahí me asocié con una amiga que elaboraba chupeteros de bebé y empezamos a vender por internet. 

Y así, poco a poco, volví a recuperar la confianza en mí y en mis capacidades. Desde ese momento me obsesioné con encontrar aquellos flecos que se me escapaban para que mi emprendimiento diese los frutos que yo buscaba.

Entré en el mundo del autoconocimiento y descubrí un océano de posibilidades: cosas que no había tenido en cuenta de mi historia, de mi familia, de mis creencias… y que ahora me permitían ver el puzzle completo.

Fue un completo alivio.

Por eso, en 2016 nació Mujeres Emprendedoras Online y desde entonces no he parado de compartir todos mis aprendizajes con el resto de mujeres que están pasando por algo parecido.

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